
A medida que los desafíos de salud mental entre niños y jóvenes alcanzan niveles sin precedentes, se vuelve cada vez más importante que creemos una base sólida para una buena salud mental y bienestar en los primeros años. Conectar a los niños con la naturaleza no sólo es crucial para ayudarlos a desarrollar una relación de por vida con el mundo natural, capacitándolos así para protegerlo, sino que también es una forma importante en la que podemos apoyar la salud mental de los niños en los primeros años de su desarrollo.
Sabemos que jugar y aprender al aire libre beneficia la salud mental de los niños, pero también sabemos que los educadores enfrentan una serie de barreras para llevar a los niños al aire libre, ¡incluidos los días de lluvia! Sin embargo, el mal tiempo no tiene por qué ser un obstáculo, ¡sobre todo si tenemos en cuenta que no hay lodo sin lluvia!

Cómo el lodo favorece la salud mental en los primeros años
El lodo, a menudo malinterpretado como el malo, a veces se considera un inconveniente en los entornos educativos. Podríamos impedir que los niños corran sobre el césped porque está demasiado sucio, guiarlos hacia el fregadero cuando nos muestran con entusiasmo sus manos cubiertas de lodo, o preocuparnos de que nos abrumen con un aluvión de quejas de los padres si enviamos a nuestros pequeños exploradores a casa con ropa sucia.
Sin embargo, una y otra vez, las investigaciones sobre el lodo muestran que la exposición a suelos sanos y a una amplia gama de plantas en la primera infancia puede tener una profunda influencia en el crecimiento y desarrollo de un niño, desde estimular el sistema inmunológico hasta mejorar la salud física y mental. Los años entre el nacimiento y el comienzo de la escuela primaria representan una ventana para mejorar las oportunidades de vida y ayudar a todos los niños a alcanzar su potencial de desarrollo, ¡y embarrarse es una parte crucial de este capítulo!
La naturaleza sirve como un patio de recreo multisensorial para los niños, activando sus sentidos de maneras que los ambientes interiores a menudo no pueden lograr. Las imágenes, los sonidos y las texturas del mundo natural contribuyen al desarrollo de vías neuronales, promoviendo la integración sensorial y las habilidades motoras. Dentro de esta exposición temprana se sientan las bases para mejorar las capacidades cognitivas en el futuro.
Día a día podemos observar el efecto calmante que la naturaleza tiene en las mentes jóvenes. Pasar tiempo al aire libre proporciona un respiro de la sobreestimulación de la vida moderna, reduciendo los niveles de estrés y mejorando el bienestar emocional. El tiempo que se pasa al aire libre se ha relacionado con tasas más bajas de ansiedad y mejores síntomas de TDAH en los niños, lo que destaca la importancia de incorporar la naturaleza a las experiencias de la primera infancia.
Incorporar la naturaleza en su práctica en los primeros años es crucial para brindarles a los niños una experiencia de desarrollo integral. Los entornos con aulas al aire libre o aprendizaje basado en la naturaleza reportan mejoras en el rendimiento académico, la capacidad de atención y la regulación emocional. Al integrar la naturaleza y el suelo en entornos de aprendizaje temprano, puede crear una base para una salud mental positiva.

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